Sintonía biótica: una meditación en la que uno logra sintonizar con la frecuencia en la que vibra el reino vegetal y entrar en un estado de armonía total. Una conexión consciente con las últimas comunidades clímax.
Tiene tres ventajas prácticas fundamentales:
- Es una fuente inagotable de energía, conocimiento y satisfacción
- Nos ofrece otra perspectiva de la realidad y nos permite escapar del rapto mental, emocional y sensorial en el que nos tiene atrapados nuestro sistema
- Disminuye la necesidad de los estímulos superfluos que nos proporcionan una satisfacción pasajera y nos dotan de una falsa identidad sin lograr dar sentido a nuestras vidas
Esta conexión consciente con la naturaleza en estado puro nos permite vibrar en una frecuencia mucho más armónica y alcanzar estados de paz y plenitud total. Cuando uno vibra en esa frecuencia, comprende que es perfectamente posible crear un mundo de equilibrio y bienestar global en el que la vida en nuestro planeta se manifiesta en su máximo esplendor.
¿Por qué es tan difícil entrar en Sintonía Biótica?
Por varias razones, en principio, tres que son muy obvias:
A. Nuestras creencias limitan nuestra capacidad cognitiva
B. Nuestros sentidos están atrofiados
C. Nuestra consciencia está fragmentada
A. Nuestras creencias limitan nuestra capacidad cognitiva
Debido a la inevitable programación a la que somos sometidos para poder desenvolvernos en sociedad, nuestra facultad cognitiva limita nuestra realidad a lo que “creemos” que es posible y niega todo aquello que “creemos” que no lo es. Es decir, no tenemos la capacidad de conocer aquello que consideramos imposible porque, para nosotros, simplemente no existe.
B. Nuestros sentidos están atrofiados
Los hemos educado para que se fijen sólo en aquellos aspectos de la realidad que es capaz de procesar nuestra capacidad cognitiva y que son útiles para desenvolvernos en nuestro sistema antropocéntrico. Por tanto, filtran permanentemente la realidad. Percibimos sólo lo que pasa por el filtro. No percibimos lo que hay al otro lado del mismo.
C. Nuestra conciencia está fragmentada
Nuestra conciencia está casi siempre fragmentada e incompleta porque anteponemos una facultad a otra en lugar de integrarlas: pensamientos, emociones y sensaciones en una lucha constante de protagonismo.
Cuando intelectualizamos las experiencias, aunque estemos inmersos en un entorno natural maravilloso, la naturaleza ni nos conmueve, ni nos llena, ni nos enseña nada. Si estamos perdidos en nuestros sentimientos y emociones, es muy difícil escapar de muestro ensimismamiento aunque nos hallemos en un entorno natural extraordinario. Si damos una preponderancia excesiva a los sentidos, al placer sensual, en cuanto surja la más mínima incomodidad, la naturaleza nos resultará molesta y nada agradable.
Estamos en el límbo
Estas tres cuestiones, nuestra limitada capacidad cognitiva, el filtro a través del cual nuestros sentidos perciben la realidad y una conciencia permanentemente fragmentada, hace que vivamos en una especie de limbo, una realidad desconectada y total y absolutamente antropocéntrica.
Estamos abducidos por los mundos de valores, creencias y sistemas que hemos creado como especie, lo que nos impide conectar con el resto de los seres vivos porque cuando los tenemos en cuenta suele ser porque los necesitamos para algún fin “práctico” y “productivo”. Casi siempre los consideramos diferentes, inconscientes, menos inteligentes o directamente carentes de toda inteligencia y, desde luego, siempre inferiores a nosotros. Es decir, mascotas aparte, las otras formas de vida, en sí mismas y más allá de su utilidad como recurso, «no existen» para nosotros.
¿Dónde y cuándo puedo entrar en sintonía biótica?

Si logramos aumentar nuestra capacidad cognitiva modificando nuestras creencias, ampliar la percepción de nuestros sentidos y unificar y expandir nuestra consciencia, evidenciaremos que la empatía con otros seres, también los del reino vegetal, es algo totalmente natural y perfectamente posible.
En ese estado de conciencia aumentada, cada momento se convierte en una experiencia auténtica, única y completa, conectamos con LA VIDA y disfrutamos del misterio de estar aquí y ahora. Interiorizamos que existe un mundo maravilloso, rico y perfecto que ya existía antes de la aparición del sapiens y que seguirá existiendo si los sapiens desaparecemos. En ese mundo todo está relacionado y cada ser tiene su función.
Esto es mucho más fácil de alcanzar en unas circunstancias que en otras. Imaginemos que estamos en el bosque antiguo Valdiviano, en un bosque primario donde nada nos recuerda la existencia de nuestra especie. Un ecosistema que ha permanecido armoniosamente vivo durante 200 millones de años sin haber sido alterado en su esencia por el hombre.
Por una parte, este ambiente facilitará que podamos abstraernos de nuestra realidad cotidiana. Por otra, contamos con la energía del lugar y la inestimable ayuda que nos brindan los seres poderosos que habitan estos espacios prístinos.
Si somos capaces de sentir la presencia de los seres que nos rodean y percibir las emociones y sentimientos que nos produce la naturaleza en su hablar de vibraciones, colores, sonidos, aromas, presencias, contactos… E inteligentes relaciones de todo tipo, podemos alcanzar un estado de plenitud total en el que uno es realmente consciente de todo lo que le rodea y experimenta sensaciones profundas de sorpresa y alegría ¡Como un niño que observa el mundo por primera vez!
¿Pero… Y todo esto ¿Para qué?

Simplemente sería una razón más que suficiente la energía, la paz y la felicidad que obtenemos al vivir esos instantes de reconocimiento que ocurren entre nosotros y el ser vivo con el que hemos establecido una conexión. Por ejemplo, un gran árbol núcleo o árbol madre. En esos momentos, somos conscientes de que cada árbol, cada planta, cada forma de vida es un ser maravilloso, parte de nosotros mismos y parte de algo mayor en lo que todos estamos integrados. Esto per se es una fuente inagotable de riqueza y satisfacción.
Pero, sobre todo, es que la conciencia de ser parte de – la Vida -, nos hace observar el mundo desde una perspectiva diferente en la que uno descubre que la vida no tiene que tener sentido para nosotros, la vida ya tiene sentido en sí misma.
Nos permite ver el mundo a través de los ojos de un organismo mucho mayor del que formamos parte y entrar en otra frecuencia mucho más armónica, otra dimensión de la realidad en la que uno, de forma consciente, natural y espontánea, se cuida a sí mismo y al entorno en el que se encuentra.
Conectarse con la naturaleza en estado puro, sintonizar con su frecuencia vibratoria, con su fuerza, hace que uno se sienta satisfecho y a gusto, por lo que no necesita rodearse de cosas superfluas que den sentido a su vida, le doten de una identidad exógena y le proporcionen una falsa satisfacción. Uno tiene muchas menos necesidades materiales y eso contribuye a minimizar el consumo y hacer que el planeta sea más sustentable.
Conectar con la naturaleza es estar en casa, es estar con uno mismo, poder vibrar y expresarse sin juzgar ni ser juzgado en el aquí y el ahora. En la naturaleza todo es intimidad.

La saludable conexión con el Reino Vegetal
Proyecto Legado Primario, protegiendo para revitalizar