Si verdaderamente queremos hacer honor al nombre que nos hemos dado los sapiens sapiens, los sabios, sabios. Y acabar con problemas como la escasez de agua y alimentos, el cambio climático, las enfermedades, la falta de espiritualidad, las inundaciones, las sequías, los incendios, la erosión etc etc etc. Una de nuestras principales prioridades debiera ser proteger los pocos bosques primarios que nos quedan.

Los seres humanos hemos llegado a ser lo que somos gracias a nuestra capacidad de generar conocimiento, guardarlo y transmitírselo a las siguientes generaciones. Nuestra tecnología nos permite emular facultades que otras formas de vida han tardado miles de años en desarrollar: vemos mejor que un águila, somos más veloces que un guepardo, más poderosos que un león, volamos más rápido y alto que cualquier ave…
Sin embargo, seguimos siendo una simple forma de vida más. Nuestros orígenes son los mismos que los de cualquier otra criatura que puebla el planeta. Nuestra inteligencia es parte de la misma fuerza creadora que hizo posible que existan ecosistemas en los que una miríada de seres de distintas especies convivan, se complementen y retroalimenten en equilibrio y armonía para recrearse continuamente.
Pues bien, los bosques primarios son un modelo vivo de éste clímax de la creación. Son insustituibles, irreemplazables y mucho más valiosos para el ser humano que cualquier otro tipo de ecosistema terrestre.
Nos prestan servicios ecosistémicos vitales. Son los bosques que más agua dulce y oxigeno de calidad producen por metro cuadrado y regulan el clima a nivel planetario. Su microclima templa las temperaturas del entorno local y reduce drásticamente las sequías, las inundaciones y los incendios. Acumulan el doble de carbono que los bosques que han sido talados o las plantaciones, con lo que son los que más eficazmente combaten el cambio climático.
Además, su fuerte estabilidad medioambiental y su alta biodiversidad, mejoran su resiliencia y su capacidad de adaptación, por lo que son las reservas de carbono de menor riesgo y la inversión más segura en proyectos de mitigación. Su biomasa, que en el caso de los bosques templados puede llegar a los 187 kg por metro cuadrado, contribuye eficazmente a fijar la tierra al suelo y, de esta forma, evitan la erosión.
Su utilidad y sus beneficios para la salud, la ciencia y la espiritualidad son inconmensurables.
¡Respira salud! Los fitoncitos, compuestos orgánicos volátiles

Los beneficios del bosque para la salud a distintos niveles han sido ya sobradamente demostrados científicamente. Los compuestos orgánicos volátiles que produce los árboles, los fitoncitos o fitoncidas, tienen propiedades antiinflamatorias, anticancerígenas y son muy beneficiosos para los problemas cardiovasculares. Por su parte, los microorganismos de los suelos del bosque mejoran nuestro sistema inmunológico y la salud en general.
Recréate ¡Camina descalzo! ¡Abraza árboles!

A otro nivel, sabemos que tanto nosotros mismos como todo lo que nos rodea es energía electromagnética que vibra en distintas frecuencias. Sólo vemos el 0,001% de lo que existe. Nos adentramos aquí en un terreno aún desconocido. Por eso, cuando hablamos de energía hay que ser especialmente cuidadoso si, cómo en este caso, queremos circunscribirnos a describir aquellos beneficios del bosque que pueden probarse científicamente. En éste sentido, lo que sí sabemos a ciencia cierta es que cuando nos conectamos al campo electromagnético de la tierra nuestros cuerpos reciben una inyección de electrones. Estos electrones son los antioxidantes más poderosos que existen. Neutralizan los radicales libres del cuerpo y así reducen las inflamaciones y mejoran los daños producidos en células y tejidos.
Estamos aislados de ese campo electromagnético por las suelas sintéticas de nuestro calzado. Caminar descalzos o abrazar un árbol nos conecta directamente con la tierra y su campo electromagnético liberándonos del exceso de carga positiva producida por nuestra exposición a ls radiaciones artificiales que generamos y que provocan ese exceso de carga positiva que perjudica tanto nuestra salud.
Beneficios psicológicos ¡Contempla la biodiversidad!

Los bosques primarios son de lejos los ecosistemas terrestres con mayor biodiversidad. Se ha demostrado que cuanto más alta es la biodiversidad, mayores son los beneficios psicológicos y emocionales percibidos cuando damos un paseo por la naturaleza y más fascinantes, relajantes, reconfortantes y enriquecedoras resultan las experiencias vividas.
Una buena prueba de que la salud de la especie es mejor cuando habitamos en espacios prístinos y nuestra forma de vida está integrada en el ecosistema nos la ofrecen los Tsimané, una comunidad indígena que vive en la Amazonía boliviana: tienen las arterias más sanas jamás registradas en cualquier grupo de población del mundo, según un reciente y ambicioso estudio publicado en la revista The Lancet.
Su edad vascular general es al menos una década más joven que la media de cualquier otra población del mundo. Un tsimané de 80 años tiene la misma edad vascular que un estadounidense de unos 55.
El secreto de su envidiable salud se sustenta principalmente en 2 claves: su actividad física y su dieta, muy baja en grasas, alta en hidratos de carbono y libre de alimentos procesados. El estudio, que mide también cómo su paulatino acercamiento a un estilo de vida y una dieta cada vez más occidentales están afectando negativamente a su salud, descarta por ello que sus características genéticas sean una variable que afecte significativamente los resultados del estudio. No son los genes, es el medio y la alimentación.
¡Un valor científico incalculable!

La alta biodiversidad genética de los bosques primarios tiene además un valor científico incalculable por distintas razones.
Son una referencia y un modelo del estado natural de los ecosistemas antiguos cuya principal característica radica en que cuentan con una integridad funcional perfecta a pesar de que su ciclo de nutrientes sea el más rico y complejo de los ecosistemas terrestres. Un sistema en equilibrio y armonía formado por infinidad de especies distintas.
El conocimiento del ciclo de nutrientes de los bosques primarios no contaminados nos ayuda a comprender las consecuencias del cambio climático global. Su condición preindustrial encierra pistas muy valiosas que nos son de gran utilidad para poder realizar predicciones y conocer los efectos a largo plazo de la contaminación que generamos. Una contaminación que ocasiona una creciente e imparable acumulación de nitrógeno nocivo en los suelos forestales.
Son una fuente vital de inspiración y un modelo biomimético para el desarrollo y evolución de las distintas disciplinas de la ciencia. No sólo para aquellas en las que resulta más obvio como en la biología o la medicina. También para la ingeniería, la arquitectura, el diseño industrial… Muchas de sus creaciones imitan comportamientos, sistemas o estructuras que ya existen en la naturaleza, prodigios de otras formas de vida que forman parte de la realidad desde hace miles de años.
Además, estos bosques son un banco genético de un valor inmenso por el potencial de posibles alimentos y medicinas que atesoran en su interior y porque son la única posibilidad de regenerar la biodiversidad de un tipo de bosque primario concreto en otros lugares.
La llave del conociendo antiguo

Estos ecosistemas representan un modelo social de éxito, un sistema inteligente cuyo principio fundamental estamos muy lejos de conocer y entender. Y, sin embargo, este principio es el que hizo y hace posible nuestra existencia como forma de vida. La inteligencia que regula los bosques primarios es un continuo armónico en el que si no hay perturbaciones, no existe un límite de crecimiento. Tampoco alcanzan la saturación y posterior declive a los que se enfrentan todos y cada uno de los sistemas socio políticos y económicos y todos los ciclos de vida de las tecnologías desarrolladas por el hombre. Los bosques primarios han alcanzado un estado de recreación perpetua y biodiversidad inigualables. es lo que se conoce como comunidades clímax.
Si queremos comprender esto último y saber de dónde venimos y cómo hemos sido la mayor parte de nuestra existencia, debemos preservar aquellos espacios que siguen siendo iguales desde que fuimos cazadores recolectores.
La ciencia ha demostrado que las plantas son seres conscientes que se comunican, se ayudan unas a otras, tienen memoria y poseen más sentidos que nosotros para percibir y relacionarse con la realidad. Además, es importante recordar que las plantas son productores primarios. Dependemos de ellas, son las que introducen la energía del sol en los ecosistemas y hacen posible la vida. Tenemos mucho que aprender de éstos seres y debiera preocuparnos proteger los pocos bosques primarios vírgenes que nos quedan para poder seguir disfrutando y aprendiendo de todos ellos.
Todavía hoy estos espacios inalterados por el hombre siguen siendo la esencia y pilar fundamental de la cosmovisión y la espiritualidad ancestral de los pueblos originarios en los que aún hay personas que son capaces de percibir a los espíritus, fuerzas y entidades que en ellos habitan y relacionarse con los mismos. Muchas comunidades aborígenes han vivido dentro de bosques primarios durante miles de años, utilizando los recursos forestales de manera sostenible para sustentar sus medios de vida tradicionales.
Los pueblos originarios que conservan un estilo de vida respetuoso con su entorno natural son los protectores más eficaces de estos últimos ecosistemas primarios. Su interacción con el medio y sus prácticas ancestrales los convierten en custodios del 80% de la biodiversidad del planeta.
Debemos conservar y aprender de este legado primario y esta forma de relacionarse con la vida. Redescubrir nuestra sabiduría y espiritualidad ancestrales y poner en práctica un pensamiento lógico que encierra las claves para poder integrarnos de nuevo en los ecosistemas.
La fuerza de la comunidad – mutualismo

En efecto, una de las características que los hace más fuertes es la interdependencia que existe entre sus distintas especies, lo que se conoce como mutualismo. Por ejemplo, en la Ecorregion Bosque Valdiviano, la mayoría de las especies de plantas requieren de la interacción con animales polinizadores para poder reproducirse. No en vano, el 70% de la flora leñosa de árboles, arbustos, enredaderas y epífitas de la Ecorregión producen frutos carnosos de los que se alimenta una numerosa fauna frugívora.
Este trabajo en equipo que en circunstancias normales es muy ventajoso pues brinda al conjunto mayores posibilidades de recuperación ante desastres naturales como incendios, erupciones volcánicas, huracanes …
Son insustituibles e Irremplazables

A pesar de ser los ecosistemas que mejor responden a los cambios medioambientales, su equilibrio se torna muy delicado cuando tienen que hacer frente a nuestras devastadoras e innumerables agresiones.
Se vuelve en su contra de forma devastadora cuando se produce una fragmentación intensa del bosque o se eliminan totalmente distintas especies del ciclo de nutrientes y la cadena trófica.
Cuando los sapiens sapiens, en vez de integrarnos en el ecosistema, explotamos productivamente los bosques primarios con nuestra poderosa tecnología y nuestras invencibles máquinas, éste equilibrio desaparece por completo, lo que da lugar al comienzo de una extinción en cadena.
Por esta razón, antes de continuar, es necesario que todos tengamos meridianamente claro que, además de tener un valor incalculable como ya hemos visto, los bosques primarios son así mismo irremplazables e insustituibles. En el mejor de los casos, en un lapso de tiempo equivalente a varias o muchas generaciones humanas y, en el peor, si ya se han extinguido especies críticas, su desaparición con todo lo que ello implica, es irreversible.
El tiempo que tarda en regenerarse un bosque primario completo, siempre que siga existiendo su banco genético, varía según el tipo de bosque. En la cuenca del Congo, la regeneración forestal puede tardar hasta 50 años, en los bosques templados de roble y nogal, este proceso puede tardar 150 años, pero en otros lugares como la selva atlántica de Brasil podemos estar hablando de milenios. Esto último ocurre en los ecosistemas donde una parte sustancial de los árboles tienen una longevidad de miles de años como en los alerzales o los bosques de araucarias representativos de la biodiversidad de la Ecorregión Bosque Valdiviano.
Por otra parte, el hecho de que una explotación forestal esté certificada y exista un plan de manejo, sólo indica que hay un cumplimiento de las mejores prácticas. No significa que se mantengan los valores de los bosques primarios, incluida la reserva de carbono, la biodiversidad y otros servicios ecosistémicos críticos como la cantidad y calidad del agua, la regulación de la temperatura o el menor riesgo de inundaciones, sequías etc
Cuando estos bosques son talados, 2/3 partes del carbono se expulsa a la atmósfera. Esto genera contaminación y contribuye al calentamiento global debido a la combustión de la leña, la descomposición in situ y la fabricación de productos de madera y su cadena de distribución. Lamentablemente esto no se soluciona plantando árboles nuevos.
Si queremos maximizar los beneficios para el agua, el clima y la biodiversidad, no deberíamos talar los árboles mayores que forman el dosel de los bosques primarios. Los árboles de más de un metro de diámetro representan mas de dos terceras partes de la biomasa y sin embargo en número son sólo algo más de una tercera parte. Y además, el dosel formado por las grandes copas de los árboles unidas entre sí, genera un microclima al interior del bosque que hace posible que puedan brindarnos los servicios ecosistémicos citados y se genere un equilibrio.
Es importante destacar en este sentido que muchas de las plantas epífitas tienen su hogar en las copas de los árboles y que muchas especies son exclusivas de estos micro ecosistemas. Así mismo, los árboles muertos en pié o ya caídos, son el alimento y refugio de infinidad de formas de vida importantes para el mantenimiento del equilibrio del sistema.
Además de la tala, una de las principales causas impulsoras de la extinción es la fragmentación del hábitat mediante urbanizaciones, carreteras y demás infraestructuras humanas. Cuando se trocea el bosque, algunas de las especies mutualistas no tienen espacio suficiente para sobrevivir y con su extinción muchas de las interacciones biológicas críticas dejan de funcionar.

Una vez creadas las infraestructuras y con el cambio de uso de la tierra a agropecuario, industrial, urbano etc, muchas de las especies pasan a convertirse en enemigas de nuestra productividad, en una molestia para nuestra tranquilidad, en animales de compañía, en fuentes de alimento o en trofeos de caza que satisfacen nuestras necesidades de ocio y entretenimiento.

A la fragmentación del hábitat ahora se une el drama de los atropellos fortuitos, el trampeo, el envenenamiento, el tráfico de animales exóticos y la caza de mamíferos y aves frugívoras que son dispersores clave de semillas esenciales para la regeneración de muchas especies de aves y plan
Algunos de éstos pequeños mamíferos se alimentan de hongos que ayudan a la dispersión de las esporas de la micorriza, esa red de redes hasta hace poco desconocida a través de la cual los árboles se comunican y se envían y reciben nutrientes como carbono, nitrógeno, fósforo… Y agua. También alelos químicos, hormonas, señales defensivas e información de todo tipo.
Los árboles madre, los más longevos y grandes, son los que cuentan con mayor conocimiento adquirido y experiencia y los responsables de transmitir esa información y ayudar a los más jóvenes. Otra razón de peso más para no talarlos.
¡Salvemos los bosques primarios!

Dicho todo esto, se estima que los bosques primarios ocupan ya tan solo un 7% de la superficie del planeta y representan 26% de los bosques naturales del mundo. Como ejemplo, en Europa prácticamente han desaparecido y hace tiempo que los bosques primarios desaparecieron de Alemania, España, Francia, Italia, Reino Unido, Portugal…
25 países representan el 98% de los bosques primarios del mundo que son siete: el bosque tropical amazónico, la jungla del sudeste asiático, las selvas tropicales de África central, los bosques templados de Sudamérica, los bosques primarios de norteamérica, los bosques primarios europeos y los bosques de la Taiga Siberiana.
Canadá tiene 3.096.632 kilómetros cuadrados de bosque primario, Rusia 2.736.14 1… Chile con sus apenas 110 .097 kilómetros cuadrados cuenta con la mayor extensión mundial de bosque templado intacto del mundo.
Solo el 22 % de los bosques primarios existentes en el planeta está protegido en la actualidad, lo que representa solo el 5 % de los bosques preagrícolas del mundo.
Algunos de éstos pequeños mamíferos se alimentan de hongos que ayudan a la dispersión de las esporas de la micorriza, esa red de redes hasta hace poco desconocida a través de la cual los árboles se comunican y se envían y reciben nutrientes como carbono, nitrógeno, fósforo… Y agua. También alelos químicos, hormonas, señales defensivas e información de todo tipo. Los árboles madre, los más longevos y grandes, son los que cuentan con mayor conocimiento adquirido y experiencia y los responsables de transmitir esa información y ayudar a los más jóvenes. Otra razón de peso más para no talarlos.
Pasos para recuperar los bosques primarios

En conclusión, nuestra prioridad más inmediata como sapiens sapiens, debiera ser proteger y mantener intacto el poco bosque primario prístino que queda.
El siguiente paso es la restauración ecológica de los bosques degradados conocida como proforestación y la regeneración natural de los bosques que han sido talados. Se regeneran mucho antes las parcelas cercanas a los bosques primarios debido a que incluso los pequeños remanentes de bosque primario cumplen una función vital como bancos de semillas. Enfocar los esfuerzos de restauración en estos remanentes de primarios es de vital importancia. A veces la regeneración no es posible sin una restauración activa porque la tierra está demasiado degradada. Y se ha demostrado que los dispersores de semillas como aves y mamíferos replantan mejor los bosques que nosotros los humanos.
La conservación de los bosques primarios depende en gran medida del uso que se le da a la tierra adyacente ya que pueden crearse efectos de borde dañinos. Las iniciativas de conservación que no tienen esto en cuenta tienen siempre un éxito muy limitado. Restaurar las áreas limítrofes degradadas crea una zona de amortiguación y proporciona a las personas madera, leña, frutos, agua de calidad … Además, permite crear corredores para las especies migratorias y todos aquellos animales sensibles a los cambios estacionales.
Consideramos transcendental poner el foco, la energía y la intención en el cuidado, protección y conservación de las últimas comunidades clímax de nuestro mundo.
Legado primario, protegiendo para revitalizar
