El olivillo (Aextoxicaceae Punctatum), que en lengua nativa mapuche (mapudungun) se denomina Tüke, también es conocido como aceitunillo. El nombre más comúnmente utilizado, “olivillo”, le viene de que sus frutos son muy parecidos a las olivas o aceitunas pero algo más pequeños. También se conoce como palo muerto, esto último porque sus hojas al nacer parecen “quemadas” por el sol y da la impresión de que el árbol (palo) está muerto. No obstante, como puede apreciarse en las fotos se trata de un árbol muy bello y, como veremos a continuación, es un árbol fundamental para la preservación del bosque templado lluvioso de Valdivia.

Es muy longevo, pudiendo vivir más de 300 años y alcanzar una envergadura considerable con alturas de más 20 metros y diámetros que pueden medir hasta 1,7 metros. Su copa es globosa, su follaje parduzco y su corteza lisa, delgada y de color gris.
Vive junto al océano Pacífico, en la vertiente occidental de la cordillera de la Costa, hasta los 400 msnm.

En la imagen también puede apreciarse que sobre su tronco crecen unas plantas llamadas chupallitas (fascicularia bicolor). Éstas plantas epífitas son indicadores de que estamos en un bosque siempreverde primario o bosque antiguo valdiviano.
Se trata de uno de los principales protagonistas del bosque lluvioso valdiviano por varias razones:
Los bosques de olivillo son los de mayor riqueza específica de la Selva Valdiviana debido al gran número de especies que cohabitan en el mismo.
Es fundamental para el ecosistema, ya que tiene la habilidad de recoger con sus hojas el agua de las neblinas marinas y transportarla al suelo, lo cual es muy importante durante la temporada estival o en latitudes donde la lluvia es mucho menos intensa, como por ejemplo, en el Bosque del Parque Nacional de Fray Jorge en la Región de Coquinbo, dónde de acuerdo a investigaciones recientes es la especie clave que estructura ese ecosistema y por tanto, vital para su preservación.

Es uno de los representantes de los antiguos bosques tropicales de Gondwana, continente que hace millones de años estaba formado por las actuales Sudamérica, Australia, Nueva Zelanda, Madagascar, India, Antártida y África. Por esa razón, siendo el único representante mundial de la familia Aextoxicaceae y endémico del bosque templado valdiviano, sólo está emparentado con el grupo hermano de los Berberidopsis, una familia de árboles endémicos del bosque templado y lluvioso de Australia.
Como especie se estima que tiene unos 65 millones de años. Hay presencia de troncos fósiles afines a Aextoxicon en la formación cerro Dorotea, en Puerto Natales, Chile, cuya data corresponde al paleoceno inferior. No obstante, el origen del Olivillo es tan antiguo que desconcierta a los científicos pues no tienen muy claro dónde ubicarlo en la genealogía de las plantas.
Desde el punto de vista reproductivo es dioico, es decir, hay olivillos macho y olivillos hembra, cada individuo sólo posee flores femeninas o masculinas por lo que depende de polinizadores para fecundar sus flores. Además, la dispersión de sus semillas se basa en ornitocoria (aves), sus semillas sólo pueden germinar tras pasar por el tracto digestivo de ciertas aves, sabemos con seguridad que uno de ellos es el zorzal patagón.
Además de ser capaz de captar las neblinas, tema no menor, se trata de un árbol francamente simpático y sociable. Son individuos casi siempre cubiertos de espeso musgo, rodeados de helechos y todo tipo de arbustos y de otros árboles como la luma, el ulmo, el melí, el arrayán … Por sus troncos trepan distintas especies de enredaderas, algunas de las cuales, como el voqui adulto, no tienen nada que envidiar a las que utilizaba tarzán de los monos para columpiarse de un árbol a otro.
Merecen que les prestemos especial atención los individuos más longevos, los árboles madre o árboles núcleo, conectados con otros cientos de individuos con los que comparten su valioso conocimiento y en cuyas grandes copas existe todo un mini universo desconocido y lleno de formas de vida.
Además de servir de cobijo a pequeños mamíferos y aves de todo tipo, en sus copas existe un sustrato de tierra de materia orgánica, llamado suelo epífito, que estos grandes árboles generan en colaboración con sus huéspedes, los insectos, a partir de la descomposición de sus hojas, frutos y ramas.
Aunque parezca increíble, ahí arriba a 15 o 20 metros de altura, esa tierra de hoja, cuenta con sus propias lombrices y es el hogar de arañas, bichos bola o chanchitos, ciempiés, hormigas, escarabajos … Y multitud de plantas epífitas, que además de ser muy bellas, son fundamentales para incrementar la productividad y el balance hídrico del eco sistema. Éstas plantas, captan los nutrientes y el agua directamente de la atmósfera. Y representan un porcentaje importante de la biomasa que, por una parte, sirve de alimento a otras especies animales y, por otra, alimentan también a otras plantas, pues en sus tejidos hay gran cantidad de minerales que al caer y descomponerse pasan al suelo.
Es un micro-ecosistema en sí mismo con una fauna exclusiva y diversa y los bosques costeros de olivillo son considerados la asociación más rica en epífitos de la selva valdiana, a su vez, uno de los 35 puntos calientes de biodiversidad del planeta.
Sería francamente esperanzador, tanto desde un punto de vista conservacionista como desde el puramente productivo en sí mismo, que los ingenieros forestales responsables de los “planes de manejo” conocieran nuevas formas de relacionarse con los bosques. Más armónicas, eficaces y respetuosas con los árboles madre que las que hemos conocido hasta la fecha. Enfoques y prácticas más eficientes en todos los sentidos como las que, por ejemplo, describe Peter Wohlleben, guardabosques de una importante empresa forestal alemana, en su libro “La vida secreta de los árboles”. Ver información de interés.
¡Ojalá podamos seguir disfrutando de la sabiduría y de la compañía de estos maravillosos seres que nos proporcionan tanta alegría y satisfacción!